«¿Has visto estas piezas negras? Están ahumadas -dice el artista mientras me muestra el estudio- con el humo que sale de la alfarería, las pongo ahí, en la chimenea, para que se queden con el hollín y después lo fijamos con las telarañas y todo. Me gusta mucho. Es arcilla de aquí al lado, se vuelve así de este color de pan, es el color de los pueblos de Mallorca».
Así hablaba de su obra Miquel Barceló, uno de los artistas mallorquines más internacionales, en una entrevista realizada por Elena Cué para ABC.
Si haces
escala en la isla de Mallorca, podrás descubrir sus ‘pueblos de color pan’, pero también su luz mediterránea, su olor a naranjos, el color verde de sus olivos…
Mallorca es la isla más extensa de España con más de 3.600 km cuadrados. La planicie -el ‘pla’ o llanura central- se une con la Sierra de la Tramuntana y la Sierra de Levante y da origen a paisajes espectaculares.
La escala de crucero en Palma permite hacer una fantástica excursión a Sóller. Si eres aventurero y te gusta disfrutar de la autenticidad de los destinos, te recomendamos viajar en el tren de Sóller, que une la capital mallorquina con Sóller desde 1912.
Vista del Port de Sóller, en la isla de Mallorca.
Además de pasear por las animadas calles de la localidad, con múltiples terrazas en su plaza central con vistas a la imponente Iglesia de San Bartomeu y con numerosos establecimientos comerciales, podrás disfrutar de un pequeño viaje en tranvía de madera hasta el Port de Sóller. El trayecto entre naranjos hará que conserves intacta la memoria olfativa de tu estancia en la Tramuntana por su delicioso olor.
Iglesia de San Bartomeu, en Sóller.
No abandones Sóller sin degustar su típica sopa mallorquina con fresquísimos pescados y mariscos y sin refrescarte con su exquisto zumo de naranja o bien la típica limonada de la zona.
La Serra de Tramuntana está declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en la categoría de Paisaje Cultural. El sol del Mediterráneo posándose sobre su roca de piedra caliza dibuja espectaculares paisajes de tonos rosados y rojizos sobre el verde de los olivos y naranjos.
Sopa mallorquina de pescados.
Escala de crucero en Palma de Mallorca: recorre la capital balear
Si decides quedarte en la capital mallorquina, podrás disfrutar de un agradable paseo desde Porto Pi hasta el puerto deportivo. Un recorrido por las vistas al mar de la ciudad que concluye en el Palacio Real de la Almudaina y la Seu. No dejes de visitar la impresionante Catedral de Mallorca, un templo de estilo gótico levantino que se yergue majestuoso a orillas de la bahía de Palma. De obligada visita en la Seu es la capilla decorada por Miquel Barceló. No te la pierdas!
Otra de las visitas que suelen hacer los turistas que se acercan a esta parte de la ciudad es el recorrido hasta los Baños Árabes, el único monumento de la época mulsumana que se conserva en la isla. Los historiadores datan su origen del siglo X. Se compondrían de un caldarium y un tepidarium y se cree que estaban adosados a un palacio o alcázar.
El jardín de los Baños Árabes en el casco histórico de Palma.
Y si has decidido adentrarte en el casco histórico, además de visitar los jardines de los Baños Árabes y recorrer sus callejuelas, estrechas pero luminosas, podrás visitar el Museo de Arte Español en la Plaza de Sant Miquel.
Si eres amante de conocer la oferta museística de los destinos, de vuelta al entorno marítimo de la ciudad podrás adentrarte en el Museu Es Baluard.
Otra opción es visitar el Castillo de Bellver, el recinto forticado de planta circular más antiguo del continente europeo. Está a 3 kilómetros de distancia del centro de Palma pero las vistas de la bahía y de la planicie mallorquina desde las alturas del castillo merecen la pena.
Otra de las opciones si se hace escala de crucero en Mallorca es acercarse a visitar las Cuevas del Drach y dels Hams, en Manacor. Y es que la isla balear esconde maravillas bajo su suelo que te dejarán muy sorprendido.
Vista de las calles empedradas de Fornalutx y sus casas ‘color pan’.
Los pueblos de Mallorca son pintorescos y conservan como un tesoro su estructura y su arquitectura originales. Aunque algunos enclaves están muy masificados por el turismo, es cierto que merece la pena hacer una pequeña ruta para conocer lugares como Valldemossa -el municipio en cuya Cartuja se alojó Chopin en 1838 y donde compuso sus Preludios Op.28 junto con George Sand, pseudónomo de la autora de la famosa obra ‘Un invierno en Mallorca’- Deyá, un precioso pueblo en la montaña con vistas al mar-; Fornalutx, un auténtico oasis de tranquilidad en el corazón de la Tramuntana; o Alcúdia; la ciudad amurallada con sus impresionantes arenales.
Vista de Deyá, en la sierra mallorquina.
Y como no, es imprescindible reservar un hueco en la excursión durante la escala en Palma para hacer una breve parada para la merienda. Un tentempié con sobrasada o un trocito de ensaimada son los manjares que tienes que degustar antes de volver al barco y dejar atrás la bella bahía de Palma.
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